viernes, 17 de octubre de 2014

El Operativo Mangosta (Robo en Uruguay)

Fin de semana largo en Argentina, clima primaveral, y la siempre amena oportunidad de encontrarse con viejos amigos en un lugar tan lindo como Punta del Este, hicieron que a último momento tuerza mi destino hacia la República Oriental del Uruguay.
Me hice de la última bodega libre para mi camioneta en el servicio rápido que la empresa Buquebús tiene hasta Colonia del Sacramento, y tres horas mas tarde, exactamente a medianoche, estaba entrando a la casa de mis amigos en La Barra de Maldonado.

Esa primer noche de viernes compartí varias rondas de tragos con mi gran amigo de los mil apodos. El "Doctor Izquierdo" (también conocido como "El Uruguayo" o "Comando" o "Il galante di Milano" o "Khomeini" o "Shaman" o "Tentacolo dell´ Adríatico" o "Il satrapa lunga mano", y a partir de ahora "El roncador del Abasto") me ponía al tanto de los días venideros, mientras todos los demás amargos dormían en los cuartos de arriba.

Desayuno con Gin & Tonic suavecitos, como para arrancar el día, y un almuerzo cuyo premio fue una gran siesta, aprovechando que "El Roncador del Abasto", mi compañero de cuarto de esa primer noche, no estaba en la casa.

Todos limpios y perfumados unas horas mas tarde. Éramos 18 personas en una casa, todos juntos comiendo en la planta baja, en una mesa grande en la galería, y sembrando la base etílica para la fiesta de esa noche. En eso una de las chicas sube a su cuarto, y nota un anillo tirado en la cama que le llama la atención. Al recorrer visualmente el cuarto nota que le falta la cartera y algunas cosas mas.
Baja a la mesa a darle aviso a su novio, alias "El Chino Bueno", y por consecuencia al resto. Cuando subimos a la planta alta nos dimos cuenta que nos habían robado a casi todos, ahí, frente a nuestras narices mientras comíamos y reíamos.

Un pasaporte suizo y plata de un cuarto, alhajas de bajo valor y una cartera en otro, y todo lo que me sacaron a mí, el mayor damnificado. Pensar que solo bajé las cosas del auto ante la insistencia de mi amigo "Beef Tannen", uno de los dueños de la casa.
La mejor parte del botín, consistía en la mochila con todo mi equipo fotográfico, valuado en varios miles de Dólares, mi computadora Mac con 11.553 fotos de mis viajes, mi Ipad. Todas cosas que iba a tener que reemplazar en forma rápida.

Los Pitufos
La casa está pintada de un azul que mancha, y no era extraño ver al "Doctor Izquierdo" y otros abrazadores de paredes, con sus ropas azuladas.
Salimos en dos o tres grupos a rastrear los alrededores con la esperanza de dar con los cacos. Para ese entonces ya sabíamos por donde habían entrado, y por donde salido, cerrando la ventana tras su huida.
Sabíamos que los bandidos tenían que estar todos pintados de azul, como las marcas que dejaron en su escape por la blanca casa vecina.

Todo esto paso en solo 30 minutos posibles.
El agente Sosa, alias "Keyser Sosa", que "El Arpón ballenero" o "Boris the Blade", dueño de la casa había conocido a raíz de un hecho de malandrinaje anterior, se apersono en la propiedad para dar inicio a el Operativo Mangosta, pese a que era tarde y se encontraba de franco.

Minutos mas tarde, mi amigo el "Conscripto Canedo", también conocido como "El Chino Bueno"(por que hay otro que es "El Chino Malo"), viene caminando, explicándole la situación a tres agentes de la policía departamental de Maldonado, y al dar conmigo, me guiña el ojo y les dice a los agentes: - "Acá está el periodista".

Los policías estaban súper interesados en el hecho de que sea "periodista", así que dí rienda suelta a mi imaginación cuando me preguntaron que tipo de periodismo hacía, y para que medios trabajaba.
Los deje sorprendidos.
Mientras tanto "Beef Tannen" hablaba en nombre de los argentinos, quejándose de estos hechos que manchan a la pequeña república, y casi advirtiendo el fin del turismo en el país Charrúa.

El hurto se robo la noche, y aquella fiesta a la que estábamos por ir. Las víctimas tuvimos que declarar en varias oportunidades, ya que para ese momento se sumo al Operativo Mangosta, la prefectura, verdaderos responsables de este área, ya que la casa está sobre el mar.

Nos consolamos sabiendo que si hubiera pasado lo mismo en Buenos Aires, el hurto hubiera sido un robo a mano armada, y las cosas podrían haber tenido un final muy distinto. Había un bebé durmiendo en uno de los cuartos, al que por suerte no entraron, y nadie había salido lastimado.

Para cuando me levanté a media mañana al día siguiente, ya habían encontrado la cartera, y lo que es mas importante, el pasaporte. Los habían tirado en los alrededores.

Mi almuerzo fue interrumpido por el agente "Keyser Sosa", quien me explicó que iban a rastrillar la zona buscando faltantes o huellas, y una hora mas tarde, exactamente 14 horas después del robo, me da la increíble noticia de que habían encontrado la mochila, y todos los faltantes, a 100 metros de la casa, escondidos en un matorral. No podía creer mi buena suerte.

Operativo Mangosta fase II

Con el hallazgo de la mochila se dio inicio a la segunda parte del Operativo Mangosta. Los ladrones, seguramente pintados de azul, dejaron el botín escondido, y era obvio que iban a pasar a buscarlo en cualquier momento. Para aprovechar la oportunidad, "Keyser Sosa" pide por la radio un móvil, y policías de civil.

- "Quiero un móvil y dos hombres de civil en dos minutos"

Pasaron 20 minutos, cuando vemos bajar de la escalera que lleva a la playa a dos gordos enormes con chalecos anti balas y carteles bien grandes y visibles que decían "Policia".

- "Pero que impotencia que me da", decía Sosa mientras se ponía en cuclillas en un claro gesto de desaprobación.
"Pido un móvil en dos minutos, tardan 20 y me mandan a estos dos gordos que no pueden correr a nadie. Que impotencia que me da".

En ese momento, parados sobre la playa, bajo un fuerte sol, tuve que insistir para que "Keyser Sosa" acepte los USD100 que le tenía como premio. De verdad que no lo quería agarrar. "Solo hago mi trabajo"- me decía. Le costaba esconder ese diente que le faltaba cuando sonreía, y como con vergüenza ponía el labio tieso y lo bajaba cubriendo su incisivo lateral, pero sus ojos brillaron cuando me dijo "¿Tu sabes lo que voy a hacer? Un asiento nuevo a mi moto. Eso voy a hacer".

Mis cosas me fueron devueltas. No faltaba nada. En la mochila estaban además las alhajas sustraídas, y los elementos de trabajo de los cacos, pasamontañas, guantes, y dos destornilladores bien grandes y sólidos que usaban como barretas para violentar las puertas o ventanas de las casas que robaban.
Firmé una declaración en donde especificaba el hecho de haber recibido las cosas que me fueron robadas, y conté mi versión de los hechos por onceava vez. Una docena de agentes (quizás la mitad de la departamental de Maldonado) escuchaban atentos.

Operativo Mangosta fase III

La policía de Maldonado y la Gendarmería se tomaron muy en serio el hecho, y querían agarrar a los cacos "con las manos en la masa", como quien dice.

Mi mochila fue llenada con bolsas de arena y puesta a colocar en los mismo matorrales a la espera de los ladrones, mientras una docena de agentes y varios hombres de civil, controlaban desde todos los ángulos.

Algunas horas después, los dos malhechores se acercaron bien vestidos a los matorrales, y cuando agarraron la mochila, se vieron sorprendidos por 15 tipos que los detenían al grito de "Alto, policía!".
Se querían matar. Nunca vieron un desplegar policial semejante. Además estaban filmados, y los dos tenían antecedentes por robo. Hasta las manos.

En la gloria estaba "Keyser Sosa", que mostraba como un trofeo las fotos de los detenidos, las huellas que había encontrado, y los pormenores de la captura.

Uno de los hombres de civil, que estaba apostado en la playa desde la noche anterior, me entregó una notificación de un juez de Maldonado, para ir a declarar al día siguiente.
Tan dormido estaba, que la dirección que me dio, no existía. Pude llegar con un poco de retraso al juzgado, y presentarme ante el juez y la fiscal, quienes me volvieron a tomar declaración, oportunidad que aproveché para hacer quedar bien a "Keyser Sosa" con quien estaba agradecido.

-"Con esto hay condena", me dijo el juez, y me estrechó la mano. El Operativo Mangosta fue un éxito.


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